El suelo pélvico

 
El suelo pélvico apareció en los libros de anatomía solamente en 1918, tardó en llegar, pero aún así, ha continuado siendo el gran desconocido hasta recientemente, ya que normalmente las disfunciones del mismo son sufridas por mujeres y no hacen peligrar su vida, solamente son “incomodidades” y hay que sumar el tabú que hablar de esas molestias conlleva.
 
Afortunadamente se le está dando cada vez más importancia, y es por ello que actualmente puedes ver tantas disciplinas que se enfocan en ello, ya que el suelo pélvico sostiene la vejiga, el útero, la vagina y el recto y ayuda a que funcionen bien.
Es una zona del cuerpo muy importante, pues además de esas funciones, el poder hacer uso consciente del suelo pélvico y utilizarlo para diferentes acciones cotidianas, como caminar, levantar un peso, levantarse de una silla, crea una gran diferencia. Y se puede!

Los ejercicios para fortalecerlo son muy beneficiosos, aunque hay mujeres que al dar a luz y tener desgarro en el elevador del ano no se benefician de sus efectos. Por ello poder conocerlo y usarlo a tu voluntad es una gran ventaja, igual que usarías tu mano u otra parte de tu cuerpo.

Si quieres saber más sobre cómo trabajar el suelo pélvico de forma agradable y recuperar tu poder sobre él, no dudes en contactarme.

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/vert-fut-45013008
Imagen: https://spinningbabies.com/learn-more/birth-anatomy/

El aprendizaje

Cuando somos pequeños somos perfectos y vamos respondiendo a los diferentes desafíos que se presentan en nuestra vida desarrollando diferentes estrategias que nos llevan a cumplir con pequeñas metas, como poder llevarnos algo a la boca, darte la vuelta, desplazarte para alcanzar algo.

Se dice que el 70% de lo que aprendemos en nuestra vida se adquiere en nuestros primeros 4 años de vida, pues la cantidad de cosas que aprendemos es inmensa, aunque cabe recalcar que no se trata exclusivamente de aprendizaje intelectual, pues nuestro sistema nervioso es el gran cerebro en realidad y es el encargado de nuestra supervivencia. Por eso esos 4 años sientan una base de aprendizaje para ser capaces de ser más independientes, comunicarnos y formar parte de nuestra comunidad.

Después de ello, continuamos aprendiendo hasta el fin de nuestros días, pero ello no quiere decir que todo lo que aprendamos sea totalmente beneficioso para nosotros durante la totalidad de nuestra vida.
Nos suceden cosas a las que debemos responder y lo hacemos con las herramientas de las que disponemos en ese momento o creando nuevas estrategias. Pero ¿qué pasa cuando ya no estamos en esa situación y nos hemos quedado anclados en esa respuesta?

Por ejemplo, una persona tiene un accidente de tráfico en el que se lesiona a nivel cervical. Los tejidos de la zona se refuerzan para proteger esas áreas inflamadas y vulnerables, pero cuando ya se ha recuperado, no necesita ese “vendaje” que se había formado, pero continúa ahí, limitando el rango de movimiento, la fluidez y ligereza de esa zona. Esto es una herramienta que ha cumplido su función pero ya no es necesaria y aún así, se queda.

Seguro que esto resuena con muchas personas, porque se puede aplicar a una antigua lesión ya curada pero que nos ha dejado un patrón de compensación postural, a mujeres que tras el embarazo, parto y lactancia continúan con tensiones en la parte alta de la espalda debido a una postura encogida continuada, etc.

Por ello es vital realizar una terapia centrada en seguir estos patrones y enfocarse en liberarlos, para crear de nuevo un espacio liberado, listo para continuar aprendiendo y, ya que estamos, ¿por qué no con más herramientas para afrontar futuros sucesos de una manera mucho más funcional?

Tomar las lecciones de la vida con entusiasmo nos permite obtener más herramientas y aprender mucho más que si nos negamos a ver su potencial.